Dicen que no existe ser más contradictorio que el ser humano,
pues este siempre busca lo que no tiene o lo que simplemente ya no puede tener,
como el ser joven cuando se es viejo o querer ser viejo cuando se es joven.
Me considero fan de buscar nuevos sitios en los cuales poder disfrutar de un momento tranquilo junto algún aperitivo, y una tarde mientras caminaba por el sur de la ciudad me encontré un curioso lugar,
que daba aspecto de ser algún antiguo café chino.
Al entrar pude observar que la mayoría eran personas de una edad avanzada, pero con energía de niños; los miré con atención, tome asiento y noté con sorpresa que todos bebían de unas tazas blancas con gusto. Una mujer anciana se acercó a mí y le pregunté qué estaban bebiendo todos.
Té de oolgon, me dijo, una bebida de origen chino, resultado de la destilación del té verde, que ayuda a depurar todo lo malo de nuestro cuerpo, haciendo que cada día uno se pueda sentir con la vitalidad de un niño.
Entonces pude entender porque todos disfrutaban con alegría el té y más de uno volvía a pedir aquella bebida.
Me dispuse a comprobar lo que me dijo y pedí un té de oolgon.
Cuando tuve la taza entre mis manos sentí el calor de la infusión pasar sobre mi cuerpo y percibí aquel aroma tan peculiar, comencé a beberlo y sentí como mi cuerpo cambiaba;
era como despertar, pero de una manera diferente, sin prisas y sin temores.
En ese momento entendí como en ocasiones dejamos que todas las cosas malas del mundo nos afecten, vivimos tan preocupados que no nos damos cuenta de cómo vamos deteriorando nuestro cuerpo y
por tanto lo descuidamos, generando un sin fin de enfermedades, solo por el simple hecho de no podernos tomar ni
5 minutos para disfrutar una taza de té.
Por: Jacqueline M.
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