La CÚRCUMA, y específicamente su compuesto activo principal, la curcumina, tiene varias propiedades beneficiosas. Incorporar cúrcuma en tu dieta puede ser una estrategia natural efectiva para apoyar la salud del hígado y combatir el hígado graso.
- La curcumina tiene potentes propiedades antiinflamatorias que pueden ayudar a reducir la inflamación en el hígado, una condición común en personas con hígado graso.
- Es rica en antioxidantes, que ayudan a combatir el estrés oxidativo y los daños causados por los radicales libres. Esto protege las células hepáticas y puede mejorar la función del hígado.
- La curcumina puede mejorar la sensibilidad a la insulina, lo que es beneficioso para personas con hígado graso no alcohólico (NAFLD) relacionado con la resistencia a la insulina y la diabetes tipo 2.
- Puede aumentar la producción de bilis en la vesícula biliar, lo cual ayuda en la digestión de grasas y la eliminación de toxinas del hígado.
- Sus propiedades hepatoprotectoras ayudan a proteger el hígado de daños adicionales y a mejorar la regeneración de las células hepáticas.
FORMAS DE CONSUMO:
- En Polvo: Puedes añadir cúrcuma en polvo a tus comidas, en bebidas puedes preparar «leche dorada» mezclando cúrcuma en polvo con leche (o leche vegetal) y un poco de pimienta negra para mejorar la absorción de la curcumina o «té de cúrcuma» hirviendo la cúrcuma, jengibre, canela y pimienta negra, puedes agregar miel o jugo de limón al gusto.
- Suplementos: Son una forma concentrada de obtener los beneficios de la cúrcuma. La dosis recomendada generalmente es de 500-2000 mg por día.
- Cápsulas: Son otra forma conveniente de asegurarse de obtener una dosis constante.
- Extractos líquidos: Concentrados que pueden ser añadidos a bebidas o tomados directamente.
