Todos hemos escuchado frases como, “divina juventud” o “quien tuviera tu edad”. Pero, ¿Será que en realidad cambiaríamos algo de nuestro pasado o seriamos diferentes si regresamos a esa edad que tanto anhelamos?
Cada fin de semana me gusta visitar a mis padres, pues me encanta convivir y platicar con ellos acerca de todo lo que nos pasa en la semana y ver como día tras día cambian nuestras vidas.
Esa mañana era muy peculiar, pues desde la ventana de mi alcoba pude ver el hermoso día de verano que hacía. como todas los fines de semana antes de ir con mis padres me dispuse a hacer mi rutina de belleza de una forma más larga y tranquila, pues estos días a diferencia de los días entre semana, tengo más tiempo para hacerlo.empecé por darme un baño y a elegir la ropa que usaría, después me dispuse a maquillar mi rostro y fue en ese momento en el que todo cambio, comencé notar aspectos en mí que no había notado antes, tenía arrugas alrededor de los ojos, mi boca ya no se enmarcaba tanto al sonreír, mis ojeras eran más notorias de lo que recordaba y mi cabello tornándose a blanco de algunas partes; estoy envejeciendo pensé.
Ante mi amarga experiencia matutina decidí marcarle a mi madre y avisarle que este fin de semana no los vería, pues lo que me había pasado me había deprimido y aunque sonara infantil prefería quedarme en casa; en eso y como si regresara a mi infancia mi madre me regaño, me dijo que si ella contara cada arruga en su rostro, viviría eternamente deprimida, aunque claro, lo años duelen pero lo más importante es ver el lado medio lleno de la taza. Después de la conversación que tuve con mi madre comencé a pensar diferente y como si las ideas llegaran a mi mente, recordé unos sachets que había comprado en un viaje, en donde me mostraron el cultivo de las fresas.
Tras recordar esto comencé a buscar los sachets de fresa de aquel viaje y al encontrarlos, dentro de la bolsa en la que venían, había una nota que decía «la fuente de la juventud… la fresa», al leer esto recordé lo que en aquel viaje a los cultivos de fresa unos sembradores me había revelado, el como la fresa gracias a sus propiedades ricas en vitamina E, al igual que todos los frutos rojos, tiene efectos antioxidantes en la piel de quien la consuma, evitando así que el envejecimiento sea notorio, de igual forma su contenido alto en vitamina c y minerales ayudan a que el cuerpo recupere la frescura y el brillo en la piel que muchas veces con los años se pierde y finalmente por si no fuera poco evita el contraer enfermedades degenerativas como el Alzheimer o el Parkinson, las cuales demeritan mucho el aspecto que tenemos.
Ya un poco más calmada y después recordar los beneficios que tenían los frutos rojos en mi cuerpo me dispuse a prepararme un té de frutos rojos ; en cuanto serví el agua dentro de la taza con el infusor lleno de fresas, comencé a sentir como el vapor del agua caliente con el aroma de las fresas, golpeaba mi rostro haciéndolo sentir fresco y diferente; al tomarlo mi cuerpo noto los cambios, me sentía con más energía, con mayor seguridad, pero sobre todo más joven y positiva.
En cuanto termine mi té la depresión desapareció, me mire al espejo y me di cuenta de la razón que tenía mi madre, uno no puede deprimirse o angustiarse por las arrugas que día con día nos van sorprendiendo, más bien deberíamos alegrarnos por tenerlas, pues estas son señales del camino andado, es decir, de las experiencias vividas; ser viejo significa algo más alla de una apariencia, significa sabiduría, saber y entender mejor el mundo al que nos enfrentamos todos los días, pero sobre todo ser viejo o hacer viejo significa disfrutar, disfrutar de todo aquello que en un momento no entendimos y ahora lo podemos entender, darnos cuenta de que un arruga olor a fresa puede ser la verdadera fuente de la juventud.
Por: Jacqueline M.